Sndrome del gemelo evanescente: en qu consiste?

Publish date: 2024-08-25

El síndrome del gemelo evanescente suele suceder en una tasa que está entre el 20 y el 30% de las gestaciones gemelares. En algunos casos, los progenitores ya sabían que venían dos bebés y en otros no eran conscientes de ello y la pérdida de uno de los embriones no se sabrá, igual que sucede con algunas gestaciones únicas en las que el embarazo no continúa antes incluso de que la madre supiese que estaba embarazada.

Para conocer más acerca del gemelo evanescente hemos recurrido a la Dra. María de la Calle, jefe de Sección de Obstetricia del Hospital La Paz, de Madrid, profesora asociada de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid y autora de cuatro libros, entre ellos, Embarazada de gemelos (Ed. Arcopress).

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¿En qué consiste el síndrome del gemelo evanescente?

Al hablar de síndrome del gemelo evanescente nos referimos a la “no evolución de uno de los embriones, con parada del latido cardiaco y posterior desaparición de ese embrión en una gestación gemelar durante el primer trimestre de la gestación”, explica la experta.

Esta pérdida de uno de los bebés se produce hasta en dos o tres de cada diez embarazos gemelares y mucho más en gestaciones triples, donde puede suceder hasta en un 50% de los casos, pasando a ser entonces un embarazo gemelar.

La particularidad de este síndrome es que el gemelo que deja de desarrollarse desaparece por completo,  sin que la madre tenga síntomas de aborto.  El bebé y su placenta quedan asimilados por el otro bebé. Así, si ya se sabía que la gestación era doble, en el siguiente control ecográfico se descubrirá que ya solo hay uno de ellos.

Las principales causas que están detrás del síndrome del gemelo evanescente son “genéticas y alteraciones en la placentación”, tal como apunta la Dra. María De la Calle.

¿Qué sucede con el otro bebé que continúa la gestación?

En general, el síndrome del gemelo evanescente no implica alteraciones para la supervivencia del otro bebé, que sí prosigue normalmente su desarrollo en el vientre materno. No obstante, se ha observado que  “se multiplica por 7 el riesgo de que el gemelo superviviente sea pequeño para la edad gestacional  (percentil entre 3 y 10)”, advierte la obstetra.

Con respecto a la madre, puede tener algún pequeño manchado tras la pérdida de ese embrión, pero su salud no corre peligro ni será necesario practicarle un legrado.

Si ha sucedido una vez, en el caso de que la siguiente gestación fuese también gemelar existe la probabilidad de que se repita la situación, tal como comenta la especialista.

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Algunas pruebas en el embarazo pueden modificarse ante el síndrome del gemelo evanescente. Es el caso de la  prueba no invasiva de detección de ADN fetal en la sangre materna.  Otras técnicas, como la de cribado que combina la beta HCG con el PAPP-A con la medición del tamaño de la nuca del bebé (traslucencia nucal), también pueden alterarse en este caso. Se suele tener constancia del síndrome en gestaciones logradas a través de reproducción asistida, ya que cuentan con controles ecográficos mas tempranos que en el caso de gestaciones espontáneas donde la primera ecografía puede llegar en torno a la semana 10-12.

Se ha llegado a documentar incluso que, una vez nacido, en casos muy raros, el bebé superviviente puede tener dos grupos sanguíneos.

¿Y si la pérdida fetal es en el segundo o tercer trimestre?

Cuando la pérdida de uno de los gemelos sucede en el segundo o tercer trimestre de la gestación, la situación es diferente. El problema más peligroso puede estar en fetos que comparten placenta: cuando el corazón deja de latir en uno de los gemelos, esto afecta al otro de forma clara. Hay una bajada de la presión arterial que condiciona una disminución del volumen sanguíneo y del caudal de oxígeno al otro bebé. Si cada uno de los bebés tuviera una placenta, el riesgo es mucho menor.

Ya mucho más avanzada la gestación ante una pérdida, el feto no queda ‘integrado’ en las estructuras que dan soporte a su hermano, sino que se produce un fenómeno llamado ‘feto papiráceo’. Este feto papiráceo queda en las paredes de la placenta y en el parto o en la cesárea se hace visible y es extraído.

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