El rey Carlos III y su peculiar dieta
De un tiempo a esta parte abundan los rumores en los que se señala al rey Carlos III como un monarca metódico, riguroso e incluso maniático. Se ha llegado a decir que el hijo de la fallecida Isabel II viaja con su propio inodoro, pide que le planchen los cordones de los zapatos y solicita que el tapón de la bañera esté colocado de una manera específica. Pero, habladurías aparte, lo que sí parece ser cierto es que es muy estricto con los horarios y con su menú.
Es lógico imaginar una comida en Palacio con largas mesas llenas de suculentos manjares y maravillas culinarias, pero, en realidad, este tipo de banquetes suceden solo de vez en cuando y la realidad del día a día es bien diferente. El Rey tiene un paladar bastante exquisito y le encanta saber de dónde proceden los productos que consume, ya que fue uno de los primeros en interesarse en la agricultura orgánica hace ya más de 30 años.
La dieta del Rey se basa principalmente en verduras y por lo tanto evita en gran medida los productos animales como la carne o el pescado. Sin embargo, su dieta no es vegana , ya que el Soberano siente predilección por los cheesy baked eggs o lo que es lo mismo un plato hecho de espinacas, tomates y huevos horneados con mucho queso, un manjar lleno de proteínas que el soberano suele degustar a primera hora del día para comenzar su jornada llena de energía. Sin embargo, este desayuno, se lo suele reservar para los fines de semana o para cuando su agenda está repleta de actos, ya que habitualmente prefiere desayunar fruta, especialmente recolectada de sus jardines de Highgrove, donde hay principalmente manzanas, ciruelas y fresas.
Al igual que su madre, el rey Carlos III odia el ajo y tampoco come chocolate ni bebe café. Por eso le gusta el té. Su favorito es al estilo británico, porque le gusta especialmente beber te negro de la denominacion de origen Darjeeling, procedente de una región cerca del Himalaya, mezclado con miel y leche. Sin embargo, lo que Carlos III omite por completo de su menú es el almuerzo, ya que, según él, es incompatible con su estresante vida cotidiana.
Graham Tinsley, ex gerente del Equipo Culinario de Gales, daba a conocer recientemente, que si hay algo que no puede faltar en la dieta de Carlos III es un huevo duro o mejor dicho pasado por agua, ya que tan solo suelen ser cocinados durante dos o tres minutos. Le encanta como acompañamiento para sus comidas, especialmente para las ensaladas, donde lo machaca como si fuera un aderezo, creando así una especie de mayonesa.
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