Ana Obregn nos presenta a su nieta, Ana Sandra, hija de Aless

Publish date: 2024-08-27

Esta es la primera vez, desde hace tres años, que vemos a  Ana Obregón  ,   de 68 años , sonreír de corazón. Nos presenta a su bebé,  Ana Sandra Lequio Obregón , nacida el 20 de marzo, en un hospital de Miami, tres semanas antes de lo esperado, perfecta de salud y con tres kilos y medio de peso. Nos cuenta que es una niña muy buena, comilona, dormilona y tranquila. Que aunque han pasado 30 años desde que fue madre por primera vez, esto no se olvida. Que se ha convertido, de nuevo, en una experta en cambiar pañales, dar biberones y cuidar de su bebé. Duerme poco, vigila el sueño de su pequeña, dice que tiene ojeras y que hace semanas que no va a la peluquería.

Ahora su mundo es esta niña, la que duerme en una cuna junto a la ventana del pequeño apartamento que Ana ha alquilado en Miami, frente al mar. Desde que, el miércoles pasado, ¡HOLA! publicó en portada las imágenes de Ana Obregón saliendo del hospital con la niña en brazos, no se ha hablado de otra cosa: telediarios, periódicos, páginas web, redes sociales… Todo el mundo siente una gran curiosidad por conocer esta historia que a nadie ha dejado indiferente. Ana contempla emocionada a su niña, dice que es una bendición; un regalo del cielo. Que no admite críticas. Y que solo tienen derecho a opinar aquellos padres que hayan perdido un hijo.

“Esta niña no es mi hija, sino mi nieta. Es hija de Aless y cuando crezca le contaré que su padre fue un héroe, para que sepa quién es y lo orgullosa que tiene que estar de él”

—Ana, todo el mundo está en shock. Explícanos cuáles son los motivos que te llevan a tomar la decisión de tener una niña, tú sola, a tu edad, tres años después del fallecimiento de tu hijo, Aless Lequio. 

—Lo primero que tienes que saber es que esta niña no es mi hija, sino mi nieta. Es hija de Aless y cuando crezca le contaré que su padre fue un héroe, para que sepa quién es y lo orgullosa que tiene que estar de él. La decisión de comenzar con el proceso de gestación subrogada, que implica, como sabes, la participación de una donante de óvulo y de una gestante, la tomé el día que mi niño se fue al cielo. Ese mismo día. Lo que la gente no sabe es que esta fue la última voluntad de Aless: la de traer un hijo suyo al mundo. Y así nos lo comunicó de palabra a su padre y a mí una semana antes de fallecer. Esto se llama ‘testamento ológrafo’ y se produce cuando una persona, ante dos testigos, expresa sus últimos deseos, aunque, por las circunstancias que sean, el notario no pueda estar presente en ese momento. Pero este documento existe y es legal. Cuando a mi hijo le diagnosticaron el cáncer e iba a comenzar el tratamiento de quimioterapia, los médicos le recomendaron que guardara muestras de su esperma, por si los medicamentos le afectaban en el futuro, para asegurarse de poder tener hijos. Estas muestras estaban conservadas en Estados Unidos. Aquel día estábamos en el hospital; Aless ya estaba muy mal y nos dijo que, si algo le ocurría, quería que supiéramos que él quería dejar descendencia en esta vida. Aunque ya no estuviera. Desde ese momento, lo único que me ha permitido seguir viviendo cada día, cada segundo, es cumplir la misión de traer al mundo a una hija de Aless.

“La decisión de comenzar con el proceso de ges­tación subrogada, que impli­ca, como sabes, la participación de una donan­te de óvulo y de una gestante, la tomé el día que mi niño se fue al cielo. Ese mismo día”

—En España se ha abierto un gran debate sobre este tema. ¿Eres consciente de lo que se está criticando tu decisión? 

—Lo sé, pero este debate es absurdo, porque esta técnica de repro­ducción asistida, se lleva haciendo muchísimos años y es legal en muchos países del mundo. Muchas parejas que no pueden tener hijos o parejas homosexuales o por los motivos que sean utilizan esta técnica. ¿Pero qué escándalo es este, ahora?

“Lo que la gente no sabe es que esta fue la última voluntad de Aless: la de traer un hijo suyo al mundo. Y así nos lo comunicó de palabra a su padre y a mí una semana antes de fallecer”

‘Todo es legal’

—La niña ha nacido en Miami. ¿Es legal la gestación subrogada en el esta­do de Florida?

—Sí, aquí es algo muy normalizado y a todo el mundo le parece muy bien. Todos me han dado la enhorabuena, sin más problema. Desde los médicos a las enfermeras y los pediatras. Aquí no hay ningún debate. Mira, yo no me he movido de este apartamento nada más que para ir al pediatra. Llego al pediatra y, viendo la edad que tengo, me preguntan: ‘¿Es hija adoptiva? ¿Es una subrogación? Pues fenomenal. Bendiciones’. Porque aquí la gente está abierta, pero en España, madre mía, estamos en el siglo pasado.

“Desde ese momento, lo único que me ha permitido seguir viviendo cada día, cada segundo, es cumplir la misión de traer al mundo a una hija de Aless”

—¿Hay algún problema para traerla a España?

—Ninguno. Todo es legal. La niña ha nacido en América y va a tener pasaporte americano y doble nacionalidad. Legalmente es mi hija y así aparece en su pasaporte. La registraré en el Consulado español y luego puedo traerla a casa.

—¿Quién sabía que habías tomado esta decisión?

—No lo sabía nadie. Solo Alessandro y mis hermanas, Celia y Amalia, que son unas tumbas. Han sido tres años y el proceso no ha sido nada fácil. Intervienen médicos, abogados y agencias para que todo sea correcto y legal.

“Anita nació tres semanas antes de lo esperado, perfecta de salud y con tres kilos y medio de peso”

—¿Ha sido fácil?

—Ha sido muy difícil. El embarazo no se produjo al primer intento, ni mucho menos; han sido varias veces y cada vez que no salía me llevaba un disgusto horrible y a empezar de nuevo. Ha sido una batalla, un largo camino, pero es lo que me ha mantenido con vida. Es que si no fuera por esto, yo ya no estaría aquí.

—¿Nunca has tenido ninguna duda sobre si debías hacer esto o no?

—Es que esto no se puede poner en duda. Si el testamento y la última voluntad de mi hijo era eso, ¿cómo no lo voy a hacer? Si yo le juré que lo iba a salvar y no pude salvarlo, ¿cómo no voy a hacer lo que él quería que hiciera? Nadie en el mundo puede poner en duda que cuando una madre entierra a su hijo tiene que cumplir su última voluntad. Solo una persona cruel de corazón o una persona que no lo tenga pensaría algo así. Si hay opiniones en contra, yo no aguanto ninguna, ni voy a admitir ninguna. Nada más que la de un padre o una madre que hayan enterrado un hijo. Solo ellos son los que pueden opinar y los que me pueden entender.

“Cuando sepan la verdad, todo el mundo entenderá que esto no es un capricho. Esto es cumplir el deseo y la última voluntad de mi hijo”

—¿Y durante este proceso largo y difícil nunca pensaste en rendir­te?

—Nunca he pensado en abandonar esta idea, no. No me he rendido. He luchado a través del océano, con uñas y dientes, por tener un poquito de mi hijo, de Aless, aquí y poder decirle algún día a mi niña, con todo el orgullo y gritarlo al mundo entero, que es la hija de un héroe. Que es la niña más deseada del mundo, porque la han deseado desde la tierra y desde el cielo. Quiero que se sepa la verdad, claro. Porque yo no tengo nada que ocultar, todo lo contrario. Es un orgullo, es un milagro. ¿Cómo voy a ocultar una bendición de Dios?

“La niña ha nacido en América y va a tener pasaporte americano y doble nacionalidad. Legalmente es mi hija y así aparece en su pasaporte. La registraré en el Consulado español y luego puedo traerla a casa”

—¿Y no te surgen miedos? ¿Tener que cuidar de un bebé tan chiquitito? ¿Has pensado qué va a ser de ella si te pasara algo? 

—En estos tres años me he tenido que enfrentar a la muerte de mi hijo y a la de mis padres y, claro, ya no tenía miedo a nada. Antes de que supiera que venía al mundo Anita, pensaba: ‘Bueno, a mí qué me puede pasar, si lo mejor que me puede pasar es que me muera…’. O sea, yo estaba deseando, ¿sabes?, no sé cómo explicarte lo que ha sido mi vida. Pero ahora va a ser todo lo contrario. He vuelto a vivir. Tengo una razón para vivir. Yo he trabajado toda mi vida y, gracias a Dios, tengo la suerte de poder dejarla en muy buena situación cuando yo no esté. Y hasta entonces, tengo todo el amor del mundo para darle.

“Ha sido muy difícil. El embarazo no se produjo al primer intento, ni mucho menos; han sido varias veces y cada vez que no salía me llevaba un disgusto horrible y a empezar de nuevo”

—Casi nace el día de tu cumpleaños. 

—Esta niña quería nacer. Se ha adelantado tres semanas y con todo y con eso ha pesado tres kilos y medio. Ya quería venir, madre mía, ella quería venir ya y, desde el cielo, su papá ya quería que estuviera aquí conmigo y que cambiara mis lágrimas de tristeza y de horror por estas lágrimas de alegría. Sí, mi cumpleaños es el 18 de marzo y ella tenía que venir al mundo el 31, pero se adelantó y casi es mi regalo de cumpleaños. Aquel día tuve miles de llamadas felicitándome y hay una cosa muy importante: desde que Aless no está, yo no he vuelto a celebrar mi cumpleaños ni la Navidad ni nada. En Nochebuena me fui a un hotel y me metí ahí, en una habitación yo sola, a cenar de room service, y esas han sido mis Navidades. Pero ahora voy a celebrarlas. Voy a celebrar Papá Noel y los Reyes Magos, mi cumpleaños y todo lo bueno. En estos últimos veranos no he sido capaz ni de bañarme en el mar. Me sentía culpable de disfrutar de algo y ahora, en cambio, no me siento culpable. Ahora es mi obligación estar feliz para ella y, además, mi estabilidad emocional, ahora mismo, depende de ver crecer feliz a esta niña.

“En agosto me dieron la noticia de que se había producido el embarazo y me enteré de que era niña en diciembre. ¡Madre mía, qué regalo de Navidad! ¡Una niña!”

—Se llama Ana, como tú.

Se llama Ana Sandra Lequio Obregón. Sandra por su papá, claro. Y Ana como su abuela, como su bisabuela y como su tatarabuela.

—¿Cuándo supiste que sería una niña?

—En agosto me dieron la noticia de que se había producido el embarazo y me enteré de que era niña en diciembre. ¡Madre mía, qué regalo de Navidad! ¡Una niña!

—¿Te hace ilusión que sea una niña?

—¡Estoy feliz! Rodeada de pañales, de biberones, todo rosa, lleno de lazos y oliendo a colonia, ¡qué maravilla! Además, Aless Lequio era muy niñero y se volvía loco cada vez que veía un bebé. Él me lo dijo: ‘Yo a mi primera hija la voy a llamar Ana, como tú, mami’.

—¿Se puede, en estos casos, elegir si es niño o es niña?

—No, porque hay una donante de óvulos y lo que toca, toca.

“Nadie en el mundo puede poner en duda que cuando una madre entierra a su hijo tiene que cumplir su última voluntad. Si hay opiniones en contra, yo no aguanto ninguna, ni voy a admitir ninguna”

—¿Hubieras preferido un niño?

—Hombre, me hubiera gustado también niño, pero, ¿quién sabe? Mi hijo quería tener cinco hijos, así que a lo mejor el niño también llega algún día.

—¿De verdad, volverías a hacer­lo?

—Puede ser, puede ser. Fallé a mi hijo y no lo pude salvar, pero esto, que le juré con mi vida, lo he hecho y eso no me lo quita nadie, y no creo que haya nadie en el mundo que cuando vea a esta preciosidad de niña, tan deseada por parte de su padre desde el cielo y por mi parte desde la tierra y por parte de todos los que me quieren, no piensen igual. Es algo que solamente los padres o madres que han perdido un hijo van a entender perfectamente.

“He luchado a través del océano, con uñas y dientes, por tener un poquito de mi hijo, de Aless, aquí y poder decirle algún día a mi niña, con todo el orgullo y gritarlo al mundo entero, que es la hija de un héroe” Lee también

‘Me daba tanto miedo’

—¿Por qué no quisiste contárselo a nadie hasta que la niña nacie­ra?

—Lo he querido mantener en secreto porque he tenido muy mala suerte en la vida y pensaba: ‘Hasta que no la tenga en mis brazos y vea que está bien y que está sana, no voy a decir nada’. ¡Yo qué sé! Pues por las energías, porque ya ves, ahora, la gente opinando sin saber ni de lo que hablan. Me daba tanto miedo… Yo quería que viniera al mundo, que los nueve meses de embarazo fueran estupendos, que naciera, tenerla en mis brazos y luego gritarlo al mundo entero.

—¿Cómo fue el momento en el que te dijeron que el embarazo se había producido?

—Bueno, no te lo puedes ni imaginar. Llorando con una emoción…

“Yo he trabajado toda mi vida y, gracias a Dios, tengo la suerte de poder dejarla en muy buena situación cuando yo no esté. Y hasta entonces, tengo todo el amor del mundo para darle”

 —¿Empezaste a preparar sus cosas?

—Sí, ya tengo todo. Tengo su cuna. Va a dormir en el cuarto de su papá, de Aless. Es un cuarto en el que no he tocado nada todavía, porque no me siento capaz. Iba a hacerle un cuartito aparte, pero le dije: ‘No. Vas a dormir con tu papá, que te va a cuidar como un ángel por las noches’.

—Tú vas a ser legalmente su madre, pero en realidad eres su abuela. ¿Cómo quieres que te que te llame: mamá o abuela?

—Yo creo que me llamará igual que Aless llamaba a su abuela: Bela. Yo voy a ser Bela y en cuanto tenga uso de razón se lo diré. Le diré: ‘Mira, tu papá te deseó y desgraciadamente no está aquí. Está en el cielo. Te deseó tanto y aquí estás, mi vida’. No le voy a mentir. Yo siempre he ido con la verdad por delante. ¿Para qué voy a decir que es mi hija adoptiva? No, no lo voy a esconder. Y le voy a dar todo el amor que tengo. Y va a ser una niña sana y feliz. Porque ya me toca, ¿sabes? Ya me toca. Han sido cinco años en total de sufrimiento. Dos años luchando con mi hijo codo a codo contra el cáncer, vivien­do las situaciones más horribles. Y luego me he dedicado a los demás. Me he dedicado a la fundación de mi hijo, tenemos proyectos, ya estamos financiando ensayos importantísimos para el cáncer infantil. Me voy a volcar nada más que en cosas solidarias, en la fundación y en mi niña, y para que vaya a trabajar me van a tener que sacar de casa con una grúa. Porque, con mi hijo, al mes de nacer ya estaba grabando ¿Qué apostamos? y era un horror. Dejaba al niño y me iba llorando a grabar. Pero, ahora, mi niña va a tener todo el amor de su abuela.

“Hombre, me hubiera gustado también niño, pero, ¿quién sabe?, mi hijo quería tener cinco hijos, así que a lo mejor el niño también llega algún día”

—¿Y si algún día te pregunta quién es su mamá?

—Pues, con naturalidad, yo le diré a la niña: ‘Pues mira, tu papá está en el cielo y lo que él más deseaba era que vinieras al mundo, y tu mamá es una donante’, y ya. ¿Cuál es el problema?

—Cuéntanos cómo fue el viaje a Miami para conocer a tu niña, para esperar a que naciera. 

—La niña se adelantó y me llamaron para que fuera para allá. Yo no le dije nada a nadie, hice las maletas y me fui. Ha sido complicado, porque al haber fallecido mi padre hace menos de seis meses, antes de venir a Miami, tuve que dejar hecho un poder para que mi hermana firmara por mí los documentos de la casa y eso. Y a mis hermanos varones no les dije nada. Porque yo quería y necesitaba hacer esto tranquila. No quería decir nada a nadie hasta que no la tuviera en brazos. Yo creo que eso es humano y es lógico.

“He vuelto. He resucitado. He vuelto a nacer. Yo me morí el 13 de mayo de 2020 y he vuelto a nacer el 20 de marzo de 2023, tal cual”

—¿Y cómo fue el momento del parto? ¿Entraste en el paritorio?

—No entré. No me atreví, pero estaba en la puerta de al lado. En cuanto me la pusieron en mis brazos, empecé a llorar con unas lágrimas impresionantes, que me salieron de dentro, y hasta las enfermeras que estaban alrededor se emocionaron. Nunca habían visto una reacción así. Yo no podía parar de llorar de emoción y de felicidad. No sabes lo que fue. Dije: ‘Aquí está, Aless, aquí está tu niña. Ha venido al mundo’. Lo primero más deseado en mi vida fue mi hijo, y esto ha sido lo segundo más deseado. Porque esto se ha deseado desde el infinito, desde la eternidad, desde el cielo.

‘Ya no hay que llorar’

—¿El parto fue programado, fue natural, fue cesárea; sabes esas cosas o no?

—No, ni idea. Yo solo sé que me llamaron y yo me fui para allá. Estaba en una nube. ¡Cuántas emociones para un ser humano! Ahora he cambiado las lágrimas por el reloj. Cada tres horas el bibe, por la noche también. Tengo una preocu­pación que me muero y, claro, ya no tengo tiempo de llorar, ni ganas. Es que ya no hay que llorar.

—¿Se parece a Aless?

—Por ahora no se parece a nadie, porque acaba de nacer. Pero yo lo que siento cuando la abrazo es como que abrazo a mi hijo, porque en el fondo estoy abrazando a mi hijo. Es lo único que me queda vivo de él.

“Yo creo que me llamará igual que Aless llamaba a su abuela, Bela. Yo voy a ser Bela y en cuanto tenga uso de razón se lo diré. Le diré: “Mira, tu papá te deseó y desgraciadamente no está aquí. Está en el cielo. Te deseó tanto y aquí estás, mi vida””

—¿Has conocido a la gestante?

—Sí, sí. Toda una bendición, de verdad, una bendición de perso­na

—¿Cómo es volver a tener un bebé tan chiquitito después de tantos años? ¿Cómo te ves?

—Enseguida vuelves a ser una experta. Le doy su bibe, la pongo en mi pecho; es una comilona que no te puedes imaginar. Es como Aless, que devora. Ella solo hace un ruidito cuando le toca el biberón. ¡Pero tú sabes lo que es sentir yo esto después de haber sufrido tanto! He vuelto. He resucitado. He vuelto a nacer. Yo me morí el 13 de mayo de 2020 y he vuelto a nacer el 20 de marzo de 2023, tal cual.

“Va a dormir en el cuarto de su papá, de Aless. Es un cuarto en el que no he tocado nada todavía, porque no me siento capaz. Iba a hacerle un cuartito aparte, pero le dije: “Vas a dormir con tu papá, que te va a cuidar como un ángel por las noches””

—¿Cómo están siendo estos días, después de conocerse la noticia? ¿Estás recibiendo muchos mensajes?

—Sí. Tengo más de 500 mensajes en mi whatsapp de toda la gente que me quiere. Ha sido de locura. Estoy recibiendo mensajes de amigos míos de Miami que no sabían que estaba aquí, de gente de Nueva York, de todas partes del mundo. Y eso que todavía no saben la verdad. Cuando sepan la verdad, todo el mundo entenderá que esto no es un capricho. Esto es cumplir el deseo y la última voluntad de mi hijo. Nadie me va a amargar la felicidad de haber traído al mundo a la hija de mi Aless. Eso nadie lo va a conseguir, porque el que lo intente es cruel y no tiene corazón y punto.

“Nadie me va a amargar la felicidad de haber traído al mundo a la hija de mi Aless. Eso nadie lo va a conseguir, porque el que lo intente es cruel y no tiene corazón y punto”

—¿Y la sorpresa para tus hermanos y sobrinos? 

—Están enloquecidos. Todos quieren venir a Estados Unidos a conocerla. Anita tiene primos, claro, los de mi sobrina Amalia, que tiene tres. La más pequeña tiene un año, así que va a tener muchos niños de su edad a su alrededor. No va a estar solita.

—¿Cómo has organizado la vuelta a casa? 

—Todavía no lo he organizado. Ahora ya soy la madre legal y solo tengo que esperar a que se apostille. Entonces me darán la copia del certificado y, luego, una vez que tenga esto, tendré que esperar al pasaporte americano, que tarda como tres semanas. Yo creo que como en un mes o así podremos volver a casa.

‘Voy a dejar el luto’

—¿Irá alguna de tus hermanas o tus amigas para acompañarte estos días?

—No. No. He dicho: ‘Tranquilidad, tranquilidad que ya volveré a España. Dejadme disfrutar de mi niña, por favor, que me merezco ser feliz’. De verdad, me lo merezco y quiero estar tranquila y en paz y sin agobio.

—¿La vas a bautizar?

—Claro.

—¿Tienes pensado quién será su padrino y quién será su madrina?

—No, todavía no. Yo, mira, con todo esto que me ha pasado, llegó un momento que estaba muy enfadada con Dios, tan enfadada, pero superenfadada. Porque yo le rogué tanto y no me hizo ni caso. Y ahora ha sido como una reconciliación. Y otra cosa muy importante: voy a dejar el luto.

“En un mes presentaré el libro que mi hijo empezó y yo he terminado. Se llama El chico de las musarañas. En él cuento cómo ha sido todo el proceso, y todo lo que se recaude será para la fundación de Aless”

—En un mes presentarás tu libro. El que empezó a escribir Aless y terminaste tú. 

—Han sido nueve meses de trabajo. En el libro cuento cómo ha sido todo el proceso y se tiene que vender muchísimo, porque todo lo que se recaude será para la fundación de Aless. Ahora no lo sé, pero te puedo asegurar que el primer post que subí diciendo que ya estaba en preventa fue número uno durante dos semanas, y de esto hace un mes. Así que tengo muchas esperanzas en que sea un éxito, porque es el libro que dejó escrito Aless y es una preciosidad.

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